Cuando el diagnóstico es de unos pocos años de vida, uno se encuentra con la oportunidad de actuar y pensar libre y conscientemente sin servidumbres, además de vivir cada nuevo día de manera diferente como si fuera el primero del resto de la vida. Este encuentro con la libertad sobrevenida permite ver y disfrutar de la vida en una dimensión y amplitud muy diferente de la existencia irregular cotidiana inconsciente.
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