Aparentemente nos guía la inercia de la vida rumbo a un destino desconocido. El lenguaje ya sea hablado o escrito es una grave limitación del pensamiento y, en modo alguno se puede contemplar en un breve comentario.
Los hechos y los efectos por sí solos, no aportan claridad ni eluden el compromiso de descubrir las causas, antes al contrario, debemos intentar aproximarnos apuntar apenas alguna pista de cuanto sucede. Ningún texto, por amplio que sea, puede contemplar en modo alguno la realidad de la verdad, que es mucho más amplia y profunda, pues multitud de acciones y concurrencias se suceden en cada momento, además de mutar y caducar en el tiempo, ofreciendo simplemente un resultado diferente.
En condiciones asépticas y de aislamiento, podemos analizar el comportamiento y el resultado, casi de cuanto queramos, unitaria y físicamente de uno o incluso varios ingredientes, pero cuando se trata de analizar con diferentes manuales y técnicas incompletas o caducadas, además de inconexas, multitud de ingredientes interactuando varios o todos a una a un tiempo, simplemente es imposible identificar todos y cada uno de los causantes y los resultados.
Con mucho tiempo y recursos, posiblemente algún día podamos acercarnos, a alguno de los ingredientes y causantes de cuanto queramos, pero en modo alguno supone que nos sea de utilidad, si acaso como mera referencia estadística histórica. No hay garantía de nada en actuar de cualquier manera y de lo contrario, pues carecemos de lo esencial.
Así, la ciega inercia de la vida seguirá marcando el destino para la inmensa mayoría de la Humanidad, pues muy pocos tienen en sus manos su propio destino. Quizás en el tiempo se sigan produciendo grandes cambios, pero posiblemente la mayoría serán por la casualidad y la iniciativa de unos pocos, más que por la inteligencia y la firme voluntad de muchos, que están dispersos y no saben cómo y qué hacer para encontrarse.
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